martes, 8 de febrero de 2011

La fuga


     Yo dije en su día,  que a los miembros de mi familia no les convenía confiarse en que el post que dediqué a cada unos de ellos,  habría de ser el último.  Continúo aquí la crónica familiar,  haciendo constar ante todo que cualquier parecido con la realidad,  no es en absoluto una coincidencia.        Rememorando viejos tiempos,   me ha venido a la cabeza la vez en que mi hermana pequeña se "escapó" de casa.   No recuerdo que edad tenía exactamente, creo que alrededor de diez años. Y el motivo de la fuga no fue otro que la solidaridad con una amiga del barrio,  algo más mayor que ella, que al parecer se encontraba ya en edad de agarrarse pataletas contra los padres y se decidió a escaparse de su casa, acompañada de la pánfila de mi hermana.
    Debo decir que en esa casa de locos en la que vivíamos,  con cuatro críos entrando y saliendo doscientas veces al día. Las posibilidades de que alguien se diera cuenta de la hazaña en un lapso de tiempo relativamente corto,  eran harto pequeñas.
    Esto quedó demostrado en el hecho de que nos enteramos de que mi hermana pequeña se había fugado de casa en el momento en que llamó la policía a casa,  para decirnos que fuéramos a buscar al "Lute",  versión Polly Pocket,  que la habían encontrado en la estación de Atocha cargada de bolsas de basura llenas de ropa.
    Y es que las criaturitas empezaron la escapada con mucho ánimo y consiguieron coger el tren y llegar hasta Atocha,  pero se ve que al llegar allí y ver el mogollón de trenes y gente,  que me imagino que iba acercándose la noche y que no creo que tuvieran muy claro adonde iban,  ni cómo llegar allí.  Decidieron ponerse en manos de las fuerzas de seguridad y pasar el bochorno de explicar lo fallido de su fuga,  con tal de que las devolvieran al seno familiar.
    No sé como acogieron en su seno familiar a la otra implicada, pero puedo decir que en el nuestro recibimos a nuestra Houdini particular con mucho cachondeo.  Y es a día de hoy,  que cuando sale a relucir el tema,  todavía nos carcajeamos a gusto con el asunto.
    Y es que cuando se va hacer una tontería de este tipo,  algo que a todas luces no puede salir bien.  Se debe ser consciente de las capacidades de cada uno y hacer el ridículo de la forma más discreta posible.
     Por ejemplo yo también me fugué de casa cuando tenía ocho o nueve años.  Pero esto nunca ha sido motivo de mofa en mi familia,  por el simple hecho de que no se enteró nadie.  Porque yo me fui como a un kilómetro de mi casa con la mochila cargada de ropa, cantimplora y lata de sardinas,  pero sin abrelatas.  Y en en esos tiempos el abrefácil no existía,  con lo cual,  ante la imposibilidad de acceso a mi fuente de alimentación,  decidí irme a casa de una amiga mía que vivía en el segundo piso de mi edificio (yo vivía en el quinto),  para ver si me invitaba a merendar.  Y allí fue donde me encontró mi madre cuando fue a buscarme (como cada tarde) para cenar.  Totalmente ajena,  la mujer,  a lo cerca que había estado de perder a su primogénita.

4 comentarios:

  1. Lo de la Yaya ya recuerdo, pero de tu fuga no tenía ni idea ¿lo sabía tu madre?

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  2. No, yo no lo sabía ¡¡¿sardinas?!!Pero que huida mas poco glamourosa, por dios! Se me quiebran las uñas de porcelana sólo de pensarlo. No me quiero ni imaginar a la policia llamándome:"Señora,hemos encontrado a su hija en Vallekas con una lata de sardinas" ¡Aaains, que horror11

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  3. A ese día debo mi bajos niveles de omega-3 y triglicéridos.....

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  4. ke te vayas de kasa vale, pero ke le robes la komida a tu madre y na me nos ke sardinas kon lo karas ke se han puesto, de verdad ke egoismo
    jejeje

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