lunes, 7 de febrero de 2011

Personalidades varias

    Se me queja la afición del cariz político que están tomando últimamente las entradas de mi blog.  Y se me sugiere que deje los debates políticos para los comentaristas de la radio y la tele  (que para eso les pagan) y me dedique más bien  a las charletas frívolas sobre mis devenires familiares y laborales.
    Voy por ello a intentar retomar la línea que hasta ahora seguía este blog,  aunque debo admitir que,  teniendo en cuenta el momentazo político en que nos encontramos actualmente,  tengo algunas dificultades en conseguir que de mis dedos salgan pensamientos que no incluyan el vilipendio y cabreo en general, contra nuestra maravillosa clase política.  Pero bueno, haré lo que pueda.
     Estamos en plena etapa de transición.  Mi hija, al parecer,  ha decidido cambiar el chip y,  aunque con ella la cosa nunca es del todo tranquila,  parece que va mejor en general.
     El otro día fui a hablar con su tutora y por lo que me dijo,  mi querida hija ha pasado de ser  el demonio encarnado en "adorable" criaturita preadolescente,  a convertirse en un "angelito" estudioso y de buen comportamiento.
     A ver,  que no me confío,  porque no es la primera vez que me ofrece esta versión casera del Dr. Jekyll y Mr. Hyde y luego todo se queda en que Mr. Hyde me la ha metido doblada con un disfraz del Dr. Jekyll comprado en los chinos.
     Sin embargo,  parece que esta vez está algo más mentalizada.   Y como está viendo los frutos del esfuerzo,  en forma de felicitaciones por parte de todo el mundo,  caprichitos varios a la medida de la economía familiar y levantamiento de cepo a algunas de las secciones recreativas (véase ordenador);  pues tengo la esperanza de que la parte menos desquiciante de su personalidad, haya venido para quedarse.  Aunque aún seguimos guerreando con el tema de la necesidad de poder entrar en su cuarto sin tener que usar una pértiga y sólo se vean pequeñas (aunque destacables) mejoras de actitud en cuanto al esfuerzo que debe poner en todo lo que hace,  por ejemplo en el hockey. En esto vamos poco a poco,  pero ya se le va viendo un poco más de empuje.
     Por otro lado,  tenemos a la solitaria sección masculina del núcleo familiar a quien, de momento,  se le ve poco interés por las transformaciones a no ser las referentes a algún personaje de Harry Potter.
     Bien es cierto que aún no he ido a hablar con su tutor (me toca el miércoles) y que tengo la esperanza de que,  al menos algo,  haya mejorado.  Más que nada porque no ha "olvidado" seis veces concertar la cita con el tutor,  claro que  igual tienen algo que ver las amenazas con una muerte dolorosa si casualmente se le olvidaba pedir la cita.
       En cualquier caso,  él promete haber mejorado y quiero confiar en que así sea,  si bien la mejora haya sido sólo escolar,  porque lo que es en casa, más bien va a ser que  no.  Y eso que le tengo viviendo en el siglo XVIII,  dado que no puede poner la tele ni el ordenador.  Y no me refiero a que no pueda,  moralmente, ponerlas.  Es que físicamente no puede,  porque le he desenchufado  la antena de la tele y dado que mi hijo utiliza las manos con la misma destreza que los pies,  no tengo temor alguno de que lo pueda conectar cuando yo no estoy.
      En cuanto al ordenador,  he puesto contraseña a todos los ordenadores de la casa. Y teniendo en cuenta que la perspicacia no es una de sus virtudes,  tampoco temo que me pueda desobedecer en eso.
     Mi hija,  que normalmente es algo más espabilada (pero aún no lo suficiente),  el otro día me preguntaba por la pregunta de seguridad que ofrece el ordenador para recordar la contraseña.  Es evidente que hasta ahora no han sabido contestar la pregunta,  pero a mis asiduos lectores os ofrezco la posibilidad de adivinar la clave de los ordenadores de mis retoños,  a los que les pregunto, simplemente: "¿Cómo estáis?".

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