sábado, 13 de agosto de 2011

El portador de la chancla

    Bueno, me veo en la obligación de dar explicaciones. ¿Perro? ¿Que con qué pared de granito me he estado aporreando la cabeza para que se me ocurra adoptar un perro? Y en el peor momento, en plena mudanza familiar. Pues ya lo he dicho otras veces, porque yo lo valgo y me encanta complicarme la vida. Aunque puedo dar dos datos en mi defensa (que a base de repetírmelos, me los he acabado creyendo yo también). 
     En primer lugar, hasta hace menos de un mes, no sabía con seguridad que me fuera a mudar. ¿La idea? Estaba ahí. ¿La intención? También ¿Posibilidades? Muchas ¿Probabilidades? Bastantes..... pero, seguro, seguro, no era. 
      La otra razón es que me lo trajo mi hija (quien si no), a traición  y en esa época iba a ser muy difícil colocarle, porque además fue poco antes de irnos y no iba a haber tiempo y .................... y ......................... y ............. ¡¡vale, es mentira!!

jueves, 11 de agosto de 2011

Recapitulando

    Bueno, pues ya estamos en agosto. La verdad es que el tiempo pasa a una velocidad de pasmo y las circunstancias del día a día, hacen que muchas veces no nos demos ni cuenta. Sin embargo, hay que admitir que no pasa el tiempo igual cuando el nivel de motivación es mínimo, que cuando hay varias cosas del día a día que te hacen ver que las ganas de hacer rodar tu vida, no depende de lo que tu mente limitada había creído hasta ahora, sino que puede haber fuerzas externas que te empiecen a impulsar.
    Una se acostumbra a dejarse llevar por la inercia de la rutina y a verlas venir, sean buenas o malas, sin mucha discusión e intentado impermeabilizarse, por si acaso. De esta manera, es cierto que lo malo te resbala un poco más y no duele tanto, pero el problema es que te insensibilizas también para lo bueno y llega un momento en que te das cuenta de que ya no diferencias lo bueno, de lo malo.