viernes, 5 de noviembre de 2010

Estamos mayores

     En este viernes que acaba, puedo decir que he hecho dos grandes descubrimientos. Uno, que después de todo al final igual no se me van a dar tan mal las ventas, aunque tampoco haya que echar las campanas al vuelo. Y que estoy más mayor de lo que me pensaba y ya no me refiero a físicamente, que eso lo tenía bastante claro. Ahora estoy hablando de psicológicamente, lo cual considero que es mucho más grave e irreversible.
    Hoy he vendido tres cajas. Y eso, porque me ha fallado un sitio en el que me van a pedir seguro. Pero al final va a ser el lunes porque, según me ha dicho el chico, aunque ayer él y su jefe, prepararon la lista de lo que iban a pedir (¡¡¡lista!!!), resulta que  se la ha dejado en casa y su jefe hoy no iba a currar, así que no se acordaba de lo que me tenía que pedir. Ya le he echado la bronca y le he dicho que sea la última vez que se olvida de mí y, cuando me ha dicho que el lunes me llamaba sin falta para hacerme el pedido, le he dicho que no, que ya pasaba yo y que más le valía que lo tuviera preparado. Hombre ya, hay que ponerse firme con estos jovenzuelos.
    Como es viernes y abren todos los pubs, he decidido que hoy acabaría un poco antes, para que me diera tiempo a preparar la maleta de Bonnie y Clyde, que se iban a pasar el finde con el otro bando. Y luego saldría a última hora de la tarde, para visitar los pubs que no abren durante el día.
     A eso de las siete y pico, he dejado a los txurumbeles y me he dirigido a la zona de pubs frotándome las manos ante la gran cosecha que he supuesto que iba a conseguir, dado que estos locales son muy adecuados para el producto que ofrezco y además, hoy parecía estar en racha. Cuando he llegado estaba todo cerrado, pero he supuesto que abrirían todo a partir de las ocho y me he ido a una papelería cercana dónde había encargado tinta para la impresora el otro día, y ya he aprovechado para recogerla.
     Cuando he vuelto a la zona de los pubs, eran más de las ocho e increíblemente, seguía todo cerrado. He pillado uno abierto, pero se ve que no le he visto antes, porque me ha dicho que abren desde las siete. Y luego he visto otro que, aunque estaba cerrado al público, tenía una puerta auxiliar abierta, porque estaban limpiando, y me he colado.
     Pero ya está, nada más. Y poco a poco se ha ido haciendo evidente la cruda realidad. Que es que, aunque para mí, las ocho de la tarde sea ya casi noche cerrada y hora de recogerse en casita. Para el resto de la humanidad es una hora en la que ni siquiera se plantean todavía salir, en una noche de viernes. Y es que estoy mayor y esto me lo ha hecho ver claramente. Me consuela el hecho de que, cuando he llamado a mi jefe para contárselo, se ha sentido totalmente escandalizado de que "a esas horas" estuviera todo cerrado. Que lastimica, como estamos. 

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