domingo, 10 de octubre de 2010

Domingueando


 Día de descanso después de una dura semana laboral, jejeje. Y casi repuesta del jaquecón de ayer (todavía me asoma a ratos alguna punzadita, de recuerdo), la verdad es que estoy con un ánimo, que casi lamento que no sea día de trabajo, porque les vendería hielo a los esquimales, tal es el optimismo y la energía con los que me he levantado. A ver si me dura para mañana, y como sea así, que se agarren los machos que se van a enterar.
   Mientras tanto, día dedicado a la limpieza (bueno sí, ya me conocéis, lo que yo llamo limpiar) y al estudio, que me tengo que empollar bien las referencias que tenemos a la venta, con todas sus descripciones, precios y promociones, para que si me hacen alguna pregunta directa, no se me quede la cara, con  boca de muñeca hinchable.
    Porque para esto de las ventas hacen falta dos cosas principales (además de alguien dispuesto a comprar, claro), ser echao palante y conocer muy bien el producto que se vende. Lo primero, por suerte, me viene de fábrica y por morro no va a ser. Pero lo segundo hay que currárselo un poquito, y de momento no he profundizado en la materia lo que debería. Ayer que hubiera sido un día ideal, me lo pasé en estado semicomatoso y esta mañana he estado ejerciendo de ama de casa. Con lo cual, en cuanto cumpla con mis deberes para con este blog y coma algo, me toca ponerme a hincar codos como una campeona, hasta que lleguen los "ángeles del infierno" (o sea los niños) y empiecen a tocarme la moral, lo cual suele ocurrir al minuto de llegar a casa, y eso si le echo paciencia. Pero bueno, impondré la ley marcial como casi todos los fines de semana y les mandaré, a la una, a desempantanar su cuarto (sí, ya sé que es siempre lo mismo, pero es que es masoca) y al otro, a estudiar (que el muy jodío se ha hecho el loco con el examen que tiene el lunes, y no se ha llevado el libro para repasar). Con lo cual, después de un ratito de dramatismos del tipo, "qué habremos hecho nosotros para merecer una madre así", me dejarán relativamente en paz hasta la hora de cenar. Después de lo cual, serán enviados a sus respectivas camas y con un poco de suerte me habré enterado lo suficiente de lo que he estudiado, para poder ponerme (sin cargos de conciencia) a ver el "Pekín Express", que para una cosa que me gusta de la tele, pues no me gustaría perdérmelo.

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