martes, 5 de octubre de 2010

Abuelito dime tú....

    Habemus hockey. ¡¡Por fin!! Que ya he ido yo con miedo, por si me tiraban otra vez para atrás. Pero no, esta vez he conseguido pasar del parking y ya en el patio me he encontrado con algún compi del año pasado y varios nuevos. Y cuando digo varios, me refiero a muchos varios. Que hoy estaba la pista "abarrotá" (como diría aquel). Pues se ve que se ha corrido la voz de esto del hockey y hay un montón de chiquitos nuevos. Hasta el extremo de que ha habido un momento, en el que tenían que ir avanzando de un lado para otro con el stick y el puk (habréis visto que dominio del lenguaje técnico) y se iban chocando unos con otros porque no tenían sitio.
    Y ha llegado el temido momento que estaba esperando, desde que me dijeron en Mayo que le iban a hacer la ficha a la niña para federarla. Vamos, que me han dicho que vaya pensando en comprarle la equipación, por si juega algún partido.
     Llegado este momento, en el que la previsión de grandes gastos intempestivos, te fuerzan a plantearte que igual la prostitución no sea un camino tan duro como lo pintan.  Finalmente entra una en razón, que para eso mis padres me enseñaron a pensar, al menos una vez al año, y me he dado cuenta de que, definitivamente, ese no va a ser mi camino porque, seamos realistas, las rotondas están ya todas cogidas.
    Llegados a este punto, llega el momento de hacer cumplir promesas a esos seres inocentes (también llamados abuelos), que un día no se les ocurrió otra cosa que decir que, ya que parecía que a la niña le gustaba esto del hockey, pues que si había que comprarle un palo de esos, o algo, pues ellos se lo compraban. 
    Por supuesto, el palo ya se lo he comprado yo. Porque es lo más barato y no vaya a ser que algunos de esos espabilaos fuera a dar por cumplida la promesa, comprando sólo el palito. De eso nada, aquí se pringa en condiciones. Que el casco cuesta una pasta y las protecciones....vaya tela, porque individualmente, quizás no parecen tan caras, pero veinte euros de rodilleras, otros tantos de coderas, otros más de guantes, más las hombreras esas que llevan y todo el resto de aparatejos que se tienen que poner hasta convertirse en un "Transformer"; pues todo eso te sale por un pastón. Y menos mal que los patines se los han dado (gracias Garazi), porque si no, entre unas cosas y otras, esto no hay rotonda que lo cubra.

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