miércoles, 29 de septiembre de 2010

Sobreviviendo a la huelga

   Bueno, pues la famosa huelga toca a su fin. Y teniendo en cuenta que hoy no he salido de casa para nada, ni me he enterado de que hubiera una huelga. Además, tampoco he visto las noticias, porque con esto del Caso Malaya, ver el telediario me deja un regustillo al "Sálvame", que me quita las ganas de ni tan siquiera intentarlo. Porque aunque la forma de dar las noticias en los telediarios sea diferente, los nombres de Muñoz, Pantoja, Yagüe, Roca y demás implicados han sido tan arrastrados por los platós del amarillismo más virulento de este país, que ya casi han dejado de tener relevancia los delitos cometidos, en detrimento de amores, desamores, traiciones, y vapuleos varios. 
   Debo decir, que lo que he dicho anteriormente de que no me he enterado de la huelga. no es del todo cierto. Es verdad que donde yo vivo, dudo mucho que la huelga se haya notado en exceso, porque por lo que yo sé, los principales comercios estaban abiertos y en los coles admitían a los niños, aunque no hayan hecho gran cosa hoy. No sé como habrá funcionado el transporte público, porque por suerte para mí no tengo necesidad de usarlo, y digo por suerte, porque con el servicio de transporte tan bueno que tenemos aquí, no creo que se haya notado mucho la diferencia, aunque hayan hecho huelga.
   Pero hay algo en lo que sí he notado la huelga. Como he dicho, los centros escolares abrían hoy sus puertas aunque, por falta de varios profesores (que sí la han secundado), no se ha dado clase con normalidad. Sin embargo, lo que no ha funcionado ha sido el transporte escolar, que me afecta porque aunque el cole de mi hija está a cinco minutos, al instituto de mi hijo, sí hay que ir en el autobús. Evidentemente, le podía haber llevado yo en el coche, y sin duda lo hubiera hecho, pero al no haber autobuses me he imaginado que iban a faltar muchos alumnos, y los profesores lo debieron pensar también y ya le advirtieron que hoy no se daría clase. Con lo cual, se iba a levantar a la seis y media de la mañana, para tirarse seis horas haciendo el zángano por el instituto (más de lo habitual, quiero decir).
   Como está visto, que no voy a escarmentar en la puñetera vida, pues me ha dado pena y le he dejado quedarse en casa, para evitar el madrugón. Y claro, su hermana se ha acoplado inmediatamente, porque si él no va al instituto, hubiera tenido que drogarla y encadenarla para llevarla al colegio. Y lo que no sé, es por qué narices no lo he hecho, que parezco nueva, joroba. Vaya día que me han dado, sí lo hubiera pensado con cabeza, les hubiera cogido y los hubiera arrojado a los piquetes. Y ya sé que los de los piquetes no tienen la culpa de nada, pero si organizan una huelga, tienen que asumir ciertos riesgos.
    Yo que me he levantado a las ocho de la mañana, para hacer un desayuno relax, con mi libro y sin ruidos, de esos largos que me gustan a mí. Y de repente, les veo aparecer a los dos. Naturalmente, les he vuelto a mandar a la cama, pero ya la lectura no ha sido tan tranquila, ante el presagio del día que me esperaba. Efectivamente, se han levantado en pie de guerra y se han pasado toda la mañana discutiendo a grito pelado. Y yo mientras, por lo bajo, acordándome del Gobierno, los sindicatos, el sistema educativo, el servicio de transportes y de mi puñetero instinto maternal, que se podía haber quedado donde estaba hace trece años, y no estaría yo metida en estos líos. 
    Porque, aunque esté feo decirlo, no es  esta la primera vez que me he preguntado que ¿quien me mandaría a mí tener hijos?, pero si a mí nunca me han gustado los niños. Y encima, me han salido dos, que ya me gustaría ver en mi casa a la Supernanny, que seguro que acabaría comiéndose las uñas de los pies. Yo ya me estoy planteando ahorrar, que me han puesto una psicóloga enfrente de mi casa, y en cuanto pueda les llevo a los dos, y de paso, le digo que me recomiende un psiquiatra para mí, que no ponga muchos inconvenientes a la hora de recetar fármacos, y así poder vivir feliz en mi nube de dopaje y poder declararme, yo también, en huelga general. 
 

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