viernes, 24 de septiembre de 2010

La madre que me parió

Hoy le toca a la "mamma". Y la que para mí, es la virtud que mejor puede definir a mi madre, es la paciencia. Aunque alguna vez, ella me ha comentado que no es, en absoluto paciente, y es posible que para ciertas cosas, así sea. La verdad es que, para como le han ido viniendo las cosas en la vida, no ha tenido más remedio que armarse de ella. Ha tenido cuatro hijos, lo cual de por sí  ya es para darle varios galardones, y un marido, y no me quiero repetir (para quien lo coja).
   Mi padre, por circunstancias que no incumben a nadie, no siempre fue lo que se dice un gran apoyo para nuestra educación. Por lo que, para bien o para mal, mi madre es casi la única culpable de como hemos salido. Y la que nos ha aguantado, con nuestras épocas buenas y malas. Y yo me tengo que poner a la cabeza, con varias de las malas
     Pero ella ha soportado carros y carretas. Volver a trabajar y reincorporarse al mundo laboral, después de varios años criando niños no es nada fácil. Y si además del trabajo, tienes que lidiar con cuatro fieras en casa, pues no te digo nada.
  Y cuando nos fuimos de casa, o eso pensaba ella (pobre ilusa), para vivir nuestras vidas fuera del nido familiar, las circunstancias hicieron, que algunos de nosotros tuvieran que ir volviendo de forma esporádica, a vivir con ella. Lo cual soportó con estoicismo y sólo el nivel justo de desesperación.
   Finalmente, todos nos hemos ido de casa pero, para que no se aburra, le estamos surtiendo de nietos, que le colocamos de vez en cuando. Que hay que mantenerse en forma, y no hay como correr detrás de unos. O intentar explicar un problema de  matemáticas a otro, al que no le interesa lo más mínimo lo que le están explicando. Para mantener, el cuerpo (bueno, este quizás algo menos) y la mente, a pleno rendimiento.



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