martes, 24 de enero de 2012

Aprendiendo de la vida

     Bueno, aquí estoy con el primer balance de estos meses por tierras madrileñas, que he de decir que han dado para bastante. Mucho bueno y algunos momentos que, no por predecibles, son mejor aceptados. Y es que hemos tenido una baja familiar y, aunque se trataba del miembro más veterano de la familia (noventa y dos añazos, había cumplido), nos ha dejado a todos con una sensación un poco extraña, como de desconcierto. Supongo que es debido a que en mi familia (afortunadamente) hemos sufrido pocas bajas y hace bastante tiempo de ellas, por lo que no tenemos demasiada costumbre. Quizás algún día tenga la suficiente inspiración para hacer honor a su historia y dedicarle un post a mi aitite.


    En otro orden de cosas, puedo decir que he trabajado, trabajo y de momento seguiré trabajando. En este momento a pequeña escala, dado que trabajo muy pocas horas a la semana y en consecuencia, lo que cobro no me da ni para pipas. Pero teniendo en cuenta como me han llovido los trabajos en los últimos años, me doy con un canto en los dientes por tener algo fijo.
    Durante un par de meses he estado trabajando a jornada completa, en un lugar que me ha reportado cienes y cienes de hematomas y lesiones en forma de cortes en brazos y manos; muy buenos ratos y la amistad de un par de gamberras, que me han hecho reírme como hacía tiempo que no lo hacía y que no se van a quedar a gusto hasta que me vaya de marcha con ellas una noche. Lo cual no tengo muy claro que vaya a hacer porque creo que puede peligrar mi integridad física, eso por no hablar de la psicológica.
    Por desgracia, todo lo bueno se acaba y este era un trabajo sólo para cubrir la campaña de Navidad, por lo que vuelvo a estar prácticamente parada, pero tengo la esperanza de que me vayan saliendo cosillas, hasta que la cosa se estabilice y pueda encontrar algún trabajo más fijo.
    Claro que, lo de que se vaya a estabilizar la situación, también tiene su tela, porque el mundo mundial no ha mejorado precisamente en estos meses. Más bien al contrario, ha empeorado.
    Hemos tenido cambio de gobierno en nuestro, cada vez menos, soleado y fiestero país. Y, oooohhh gran sorpresa, este cambio no ha significado la panacea que había de curar todos los males del reino. Doña Crisis sigue campando a sus anchas por el mundo y con la complicidad de los banqueros y sus marionetas (antes llamados dirigentes), se dedica a putear a diestro y siniestro al personal. Lo más gracioso es que muchos de los que votaron al actual gobierno, parecen realmente sorprendidos de que no se haya arreglado el mundo desde que han entrado y se muestran (algunos) incluso ofendidos al ver que este nuevo gobierno tiene unas tijeras aún más grandes que el anterior, para seguir podando todas las flores que nos habían brotado en los últimos treinta años. Como esto siga así, nos vamos a quedar más pelados que el árbol de Gondor, antes de que llegara Aragorn y se plantara  la corona .
     Mis txurumbeles siguen intentando acabar con mi salud mental y no descarto que lo intenten con la física en algún momento. Aunque de momento voy sobreviviendo y me estoy haciendo con cierto número de acólitos, en esto de la guerra de guerrillas casera. Por lo que aún hay posibilidades de ganar la batalla.
    Por cierto, hoy, bueno por la hora que es ya, ayer, ha sido mi cumpleaños. Me han caído treinta y nueve castañazos, lo que me acerca peligrosamente (como ya se ha encargado todo el mundo de recordarme) al cambio de decena. No voy a decir que no me gustaría tener la mitad de años de los que tengo. No lo voy a decir, entre otras cosas, porque no se lo iba a creer nadie, jeje. Pero estos últimos meses me han hecho recordar que todavía tengo mucho por hacer, mucho por lo que reírme y sobre todo, y esto no se debe olvidar nunca, mucho por aprender.

No hay comentarios:

Publicar un comentario